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lunes, 16 de junio de 2014

Delirium tremens (a las dos de la mañana).

Creo que de mayor seré una de esas escritoras atormentadas buscando la inspiración en el fondo de un vaso, o una botella, o no sé.
Y tendré delirium tremens como Edgar Allan Poe.
Y basaré mis relatos en las cosas que veo y me atormentan mientras estoy borracha.
(¿Cómo? ¿Estás borracha?)
No, pero me gustaría. O fumada. O drogada. O qué sé yo.
(Ah bien, ¿y eso por qué?)
Pues no sé, para evadirme, y encontrar un medio de inspiración fuera de lo mundano.
Llámame loca, pero veo una gran satisfacción en no tener estabilidad emocional, aunque obviamente quiera tenerla, y me estoy dando cuenta de ello.
Puedo profundizar más en sentimientos como el dolor, la locura y la desesperación, a los que estoy más acostumbrada, que al amor, la estabilidad, la felicidad y esas ñoñerías.
Entonces, cuanto más dolor siento, mejor escribo, y más fácilmente.
Y parece que busco el dolor, y por eso no me pasan esas cosas buenas que le pasan a todo el mundo.
Pero en realidad no lo busco, no lo quiero.
Pero sí.
No sé, es extraño, es como si mi cerebro dijese no al dolor, pero mi corazón lo abrazase.
Y ahora siento mucho dolor.
Y puedo escribir.
Y lo estoy haciendo.
Y soy feliz por ello, pero no lo soy.
Y por eso me pongo a pensar en estas cosas, a las dos de la mañana.

CONFESIÓN - BUKOWSKI

CONFESIÓN 

Esperando a la muerte
como a un gato
que saltará sobre la
cama
estoy muy afligido por
mi esposa
ella verá este
tieso
blanco
cuerpo
lo sacudirá una vez, quizás
de nuevo
“Hank!”
Hank no
responderá no es mi muerte lo que
me preocupa, es mi esposa
abandonada con este
montón
de nada.
quiero
hacerle saber
sin embargo
que todas las noches
durmiendo
a su lado
incluso los más triviales 
argumentos
fueron cosas
siempre espléndidas
y las difíciles
palabras
que siempre temí
decir
pueden ser
dichas ahora:
Te
amo. 
                                                                                                   
                                                                   Bukowski

domingo, 15 de junio de 2014

Canciones favoritas.

No suelo escribir entradas así, en la que añada fotos o vídeos, pero esta entrada la voy a dedicar a esas canciones que me apetece escuchar a cada momento y que están dentro de la lista de favoritas.

1. Trampas al sol de La Fuga.

2. Antes de que cuente 10 de Fito y Fitipaldis.

3. Golfa de Extremoduro.

4. Hoy te la meto hasta las orejas de Extremoduro.

5. Corazón de mimbre de Marea.

Blancos, GRISES y negros.

Y dime tú quiénes son los de verdad, que aún no les he visto.
Día tras día, camino por la calle fijándome en las caras de los que pasan por mi lado, todos perdidos en sus pensamientos pero sin embargo actuando como si todo estuviese bien. De vez en cuando, hay alguien que destaca entre la multitud por no ser parte de la función que suele ser representada en las distintas sociedades, pero acaban siendo demolidas o simplemente anuladas por el resto. Pretenden que la vida sea siempre o blanco o negro, pero vivimos en un mundo fundamentalmente gris, donde quizá no haya buenos, malos y peores, sino menos malos, malos y muy malos. Donde una sonrisa no implica felicidad, ni una lágrima dolor. Donde no vale la confianza y la amistad, sino el interés recíproco y el miedo. Un mundo cuyos pilares son mentiras, y lo peor es que nos creemos todas y cada una de ellas. Hablamos de amor cuando hacemos daño, de odio cuando nos rechazan, de superioridad cuando no somos nadie, de honestidad cuando no lo somos ni con nosotros mismos. Hablamos de conseguir el bienestar causando el mal a otros y de igualdad pero solo entre los de tu misma clase. Hablamos de un mundo feliz y próspero mientras lo vamos destruyendo poco a poco. Hablamos de firmes ideales, y después los vendemos por dinero. Hablamos de gente buena cuando yo aún no concibo la idea de una sola persona que no haya causado dolor a otros a lo largo de su vida. 
Hablamos de verdad, cuando no decimos más que mentiras.

viernes, 13 de junio de 2014

Pero ya me acostumbré.

Los folios en blanco me aterran, al igual que los dedos atados de impotencia. Otra de las cosas que realmente me dan miedo en esta vida, es el orgullo, ese que te hace perder a las personas que te importan simplemente por no reconocer un error, no perdonar el de otro, o por simple egoísmo. También me aterra verlo todo negro sin necesidad de cerrar los ojos, de no ver la salida del laberinto aun teniéndola delante, de confiar en quien no debo, de que otros confíen en mí y acabe decepcionándoles. Me aterran las acusaciones por la espalda, me aterran las injusticias a las que no se le puede dar solución, me aterra tener amigos para luego perderles, y también me aterra no ser quien de verdad creo que soy. Me aterra no sentir apoyo cuando lo busco, también no darlo cuando lo necesitan.
Y, me aterra de indescriptible forma sentir el vacío que me acompaña desde hace mucho, pero a ese miedo ya me acostumbré.

domingo, 15 de diciembre de 2013

Primavera.

Las estrellas contemplaban tu piel de canela envidiosas de que mis manos la tocasen. Y, solo cuando el cielo se llenó de nubes y los mirones se escondieron asustados por la oscuridad, pude besar tu cuerpo con la avidez de quien nunca vió primavera y lo desea. Escondí mis manos en las nubes de tu pelo, y desaparecieron en la niebla. Pero, ¿qué más daba? Si allí estabas tú, tumbada sobre el musgo del más frío bosque, sin sentir frío, ni cansancio por las pasiones anteriores, como una Diosa, o Musa.
Entonces volví a encontrar mis manos entre la niebla, y utilicé los lunares de tu cuerpo para escribir palabras. Palabras que te llenaban el alma de versos profundos, de besos, de ayer, de mañana, de sol, de contrastes, de grises, de negros y blancos, de lineas dobladas, poco perfectas, curvas. Tan imperfecta, tan cambiante, tan extraña, tan bohemia, tan efímera, tan libre, tan tú.

domingo, 6 de octubre de 2013

Que no existes, y sí.

Energía oscura, ¿qué es exactamente? ¿Cómo funciona? ¿Qué hacer para entenderla? Una incógnita. Al igual que tu enrevesado saber de loba, y tu extraña belleza antinatural. A veces no entiendo tu manera de pensar. Pero no de la manera filosófica del pensamiento, si no de la manera física del alma. Alma, ¿quién no tiene alma? Tú. Como un diablo. Diablo seductor que será mi ruina, y ojalá lo seas. Musa pervertida y a la vez angelical. Que duermes de día, despiertas de noche, y me desvelas. Haces que plasme mis miedos en hojas en blanco cuando no quiero, y cuando te necesito, no apareces. Soledad querida que me envuelve, la que tú me das. Felicidad que me quitas al abrazar mis dedos y no permitirme el movimiento, angustia que me llena cuando no lo haces. Contradicciones, la tuya y la mía. La nuestra. La que tú me haces sentir, hacia la que todos me empujan. Yo misma, otra vez, y tú, nunca verdadera y siempre efímera. Vuelve, camina, vuela, sonríe y acaricia. Acaricia el alma herida e inexistente de este pobre ser moribundo, que te busca y no te encuentra, que te quiere y no te ve. Libertad de expresiones y sentimientos que me ofreces, y que no quiero, pero sí. Amante, que necesitas estímulos para llegar, y cuando lo haces te quedas tan solo un segundo. Que no es amor, ni ningún sentimiento conocido por el hombre de calle. Eres tú, musa, que no existes y sí lo haces, para mí, y para los que te llaman cada noche tras un cristal de lágrimas y sonrisas confusas, que son de anhelarte, de verte, y de no hacerlo.